Un buen edificio no puede construirse sobre cimientos endebles. Puedes intentarlo. Puedes conseguir levantar una construcción de la nada con una base inconsistente, pero, a la larga, sabes que se derrumbará. Con el más mínimo imprevisto, con el más minúsculo golpe de viento, todo lo que hayas puesto en pie se irá a pique. Sin embargo, si los primeros ladrillos se colocan con cuidado y cabeza, podrás llevar a buen puerto la más compleja de las construcciones. Podrá tambalearse, pero ni la más intrincada de las estructuras que hayas elucubrado se vendrá abajo.
Cuando los X-Men nacieron en plena vorágine de inspiración creativa de la editorial Marvel, partían de una interesante y prometedora premisa: jóvenes dotados de extraordinarios poderes, pero preseguidos y odiados por su condición de rarezas. Situados en el polo opuesto de los adorados por el público, como los 4 Fantásticos o Los Vengadores, y más próximos al espíritu de marginado social tan propio de Spider-man, los mutantes arrancan con fuerza, liderados por Stan Lee y Jack Kirby. Lamentablemente, poco a poco, la buena premisa se diluye, las ventas no acompañan y el nivel de la colección comienza a descender alarmantemente. Unos pocos años después, la serie cierra momentáneamente, sin que ni tan siquiera leyendas del medio como Roy Thomas o Neal Adams puedan sacarla a flote. No es la colección preferida de ningún autor, por lo que ninguno pone especial empeño en dar lo mejor de sí cuando toca guiar su rumbo. Así pues, se deja en barbecho, esperando el momento oportuno.
Momento que llega en 1975. Aprovechando un movimiento de expansión de la empresa hacia mercados extranjeros, los editores, con Thomas al frente, deciden relanzar la colección con un nuevo y multirracial equipo de mutantes. Un canadiense, un alemán, una africana, un ruso, un irlandés … Nada de miembros puramente norteamericanos. Todo el plantel antiguo se descarta por completo y se construye a partir de material nuevo y fresco. Es en un especial titulado Giant Size X-Men 1, llevado a cabo con pulso maestro por Len Wein y Dave Cockrum, en el que se asientan las bases de lo que está por venir. De la nueva colección que se construye a partir de los escombros de un intento fallido. De la franquicia que, con el paso de los años, se convertirá en el buque insignia de Marvel.
Wein durará apenas un número al frente. Será un jovencito y veinteañero guionista procedente de la pérfida Albión el que se encargue de tomar las riendas de semejante proyecto. No tiene nada que perder y mucho que ganar: si fracasa, lo hará en una colección que no interesa a nadie. Si triunfa, habrá llevado a los mutantes a donde ningún otro escritor de los que le precedieron en el cargo pudo. Así, Chris Claremont, de manera lenta pero con paso firme, afianza las bases de lo que él quiere que sea su Patrulla X, dotando a cada personaje de las características que le permitan crear interesantes interacciones, y abriendo puertas y subtramas que, al estar tan firmemente construidas y cimentadas , dan lugar a resoluciones que marcan a fuego la historia del medio. Nada es improvisado, todo se va levantando e intrincando de manera progresiva, hasta que el escritor dé con el momento exacto con el que derribar el castillo de naipes. No se trata tampoco de ignorar todo lo antiguo, sino de ser selectivo y elegir lo más conveniente para la historia que se pretende contar. De ahí que, aunque en un principio parezca que las intenciones son de realizar un arrollador borrón y cuenta nueva, la realidad es que personajes de la vieja guardia, como Charles Xavier, Cíclope, Magneto o Jean Grey se tornarán como piezas clave del puzzle mutante que escribe el maquinador inglés.
Estos cimientos son los que Panini acaba de recopilar en un tomo que recoge los primeros años de la conocida cono “Segunda Génesis”, los tebeos con los que dos autores novatos llamados Chris Claremont y John Byrne comenzaron a dejar una huella imborrable en el Noveno Arte. Los tebeos en los que se establece la carismática personalidad de Lobezno, el papel de líder de un Cíclope marcado para ello, el retorno de viejos enemigos y el debut de otros tantos, el progresivo cambio de actitud de Jean Grey, o la creación de una dinámica de grupo repleta de tensiones y desconfianzas. Los pilares básicos sobre los que se ha construido la actual mitología mutante.
Porque, la primera piedra fue puesta en 1963. Pero los verdaderos cimientos sólidos, sobre los que se sustentan días de futuros pasados, fuegos y vidas encarnadas, imperios shi'ar y dioses que aman u hombres que matan , se colocan en estas viñetas. Y, si de verdad queréis ver el resto del edificio, no podéis empezar por el tejado, ¿verdad?