Grandes Canciones de la Historia de la Humanidad: Edición Petanquera

Existen de muchas clases y maneras. Los hay seguidos por masas enfervorecidas y los hay que sólo son seguidos por cuatro gatos mal contados. Los hay con normas sencillas y comprensibles para todo el mundo, y los hay que necesitan seis manuales, un libro de historia y otro de bricolaje nivel vasco para entenderlos medianamente bien. Se pueden practicar de muchas y muy diversas maneras, con una o varias extremidades, con pelotas o sin ellas.

Sí, queridos fieles, como todos habréis adivinado ya (y si no, estáis peor que nosotros, algo que de momento está descartado por la ciencia), estamos hablando de ese hermoso, sudado, asalvajado y ceñido mundo del deporte. Hablamos, eso sí, de la hermosa competición, no de fanatismos indescifrables, ni ideas del mismo que se salen de lo establecido. Sabemos que, para algunos aficionados, el deporte es poco menos que una guerra (al igual que, para algunos países, la guerra es poco menos que un deporte, pero ese es otro tema), en el que los equipos deben acabar con las manos ensangrentadas y la cabeza del árbitro (o de los jueces) en una estaca. Sin embargo, a lo largo de este mes temático dedicado al noble y sano ejercicio de la competición deportiva, nos centraremos en ensalzar su belleza intrínseca, el sutil arte que se esconde tras tanto sacrificio físico. Hablaremos de deportes y deportistas muy conocidos, y de otros denostados e ignorados por el gran público. Deportes que todo el mundo ama, y otros que el mundo toma por aburridos, cuando no lo son tanto. Ya hemos hablado en otras ocasiones del deporte en esta sección, y no en vano recuperaremos alguna de esas piezas a lo largo de estos 30 días.

Tal es el caso de esta hermosa melodía que causó furor en su momento. ¿La recordáis?



Exacto. Esa joya llamada “Estoy loco por el tenis”, que hacía de la onomatopeya “pam” un arte en sí misma. Hoy, rizamos más el rizo. Porque, al fin y al cabo, es fácil que a un español le guste el tenis. Es normal que componga canciones a este deporte que tantas alegrías nos ha dado, gracias a gente como Santana, Moyá, Corretja, Ferrrero, Sánchez Vicario, Martínez, Nadal, Costa u otros de pelo extremadamente limpio y cabeza extremadamente hueca.

Pero, ¿quién habla de un deporte cuyo origen se remonta a la noche de los tiempos, muchos milenios antes del debut en la historia de Jesuschrist? ¿Un deporte practicado por muchos países americanos y europeos? ¿Un deporte INTENSO, sumido en el tópico de que es “para abuelos y personas centenarias”?

¿Quién habla, discípulos nuestros, de la petanca?

Canción de la Semana: “Himno de la Petanca”, del poeta Joan Josep. Una maravillosa pieza de elaborada rima, en la que Joan, con su aterciopelada voz de distinguido gentleman ensalza las nobles y sanas virtudes de esta práctica deportiva que, por lo que cuenta, menos curar el cáncer hace de todo. Disfrutad pues de esta oda al ejercicio y sus excelentes propiedades regenerativas, y sed todos bienvenidos al “mes del D.D.D. (Dichoso Deportista Dicharachero)”.



Esto ha sido todo por esta semana. La semana siguiente ésta, tu sección favorita, volverá con nuevas joyas que esperan ser descubiertas por el gran público, a la par que apreciadas. Y no os olvidéis, ninguna canción es grande si no se encuentra en... “¡Grandes Canciones de la Historia de la Humanidad!”