Tim Sale no lo entendía. Venía de ilustrar los guiones de su buen amigo (y hoy en día defenestrado) Jeph Loeb, una maxiserie heredera en cronología y tono del “Año Uno” de Miller, con un hombre murciélago aún en sus inicios como justiciero y defensor de Gotham City. Una historia típica del guionista, con crímenes y delitos varios llevados a cabo por un misterioso individuo y en la que todos son sospechosos por descabellado que parezca a priori. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurriría con posteriores trabajos del guionista, como en su Hulk o en Batman: Silencio, el desarrollo de la susodicha trama resultaba más que satisfactorio. En “El Largo Halloween”, Loeb se centraba en los pilares básicos del universo del caballero oscuro, y muy especialmente, en la relación personal y profesional entre el triángulo formado por el héroe, el comisario Gordon y el fiscal del distrito, Harvey Dent, empeñados en limpiar su ciudad de la escoria que desde hace años pudre sus calles. Sale se muestra especialmente a gusto ilustrando esta historia de asesinatos, mafiosos y personas que cada día dudan si cruzar la línea moral que se han autoimpuesto para no caer en el mismo pozo de locura en el que se encuentran perturbados como el Joker. Además, Loeb le permite lucirse y dibujar a la plana mayor del universo batmaníaco, desde una juguetona Catwoman, pasando por El Espantapájaros, el Sombrerero Loco, y rematando la jugada con un Harvey Dent que al fin ha sucumbido ante los varapalos que le impiden hacer bien su trabajo. Todo tiene un deliberado tono noir, alejado por completo de la estética “camp” de la teleserie sesentera, que tanto Loeb como Sale parecen disfrutar como enanos al llevar a cabo.
Sin embargo, para el guión de la secuela, el escritor propone incluir en su desarrollo el pilar de la batfamilia que, para bien o para mal, falta en “El Largo Halloween”. En “Victoria Oscura”, que así será titulada, se narrará la aparición de Robin, el colorista y adolescente ayudante de Batman. Y Sale no lo comprende. No lo comprende porque, bajo su punto de vista, Robin sobra en el oscuro universo del héroe, y mucho más si hablamos del tono que Loeb ha utilizado en la primera parte, donde los únicos personajes coloristas son los villanos, mientras que el resto parecen salidos de “Muerte entre las flores”. No hay manera de que en su mente encaje la presencia de un jovenzuelo en mallas rojas revoloteando alrededor del Señor de la Noche. Hasta que llega el guión y entonces, Sale comienza a verlo con otros ojos.
En “Batman: Victoria Oscura”, Jeph Loeb y Tim Sale continúan en el mismo punto en el que acabó “El Largo Halloween”. El héroe debe lidiar con las familias mafiosas que quieren dividirse el pastel dejado por la ya débil familia Maroni, con la revelación de la identidad de “Festivo” (el asesino en serie que asoló la ciudad a lo largo de la historia anterior), pero sobre todo, con la conversión de un buen amigo en un criminal más de su ya extensa galería. A todo esto se sumará la aparición de un nuevo asesino que tiene a la policía de Gotham en el punto de mira, y de un muchacho huérfano llamado Dick Grayson en el que Bruce Wayne se verá irremediablemente reflejado.
La estructura utilizada por el escritor es similar a la empleada en “El Largo Halloween”, pero los objetivos y resultados finales son distintos. Si en la anterior historia, se utilizaba la ola de crímenes de “Festivo” para forzar la relación del trío protagonista, en esta cada uno va por su lado. En “Victoria Oscura”, lo importante es observar cómo cada uno reacciona ante la conversión de Dent en Dos Caras, y cómo la aparición de Robin llega en el momento justo para evitar que Batman no pierda progresivamente su humanidad. En Robin, Bruce ve al niño que un día fue, y al que debe ayudar para que no acabe sumido en una red de venganza que lo llevaría a ser un nuevo criminal más. Tim Sale, en lugar de hacer de Robin una mancha de color inconexa con el resto, aprovecha el contraste que el personaje crea con su mentor y lo usa a su favor, creando imágenes de un poder extraordinario, como las de la escena de la muerte de los padres de Dick. Sale se muestra en esta secuela más inspirado que en la anterior, reforzando uno de los mejores guiones del normalmente vilipendiado Jeph Loeb, quien en esta ocasión teje una trama realmente entretenida. Una secuela a la altura de la original, gracias a la cual muchos podrán comprobar que Robin puede ser un excelente aporte al ambiente urbano de Gotham City si detrás tiene un guionista que sepa cuál es su verdadero papel como escudero del Caballero Oscuro.
PD: No es una vuelta a la normalidad, pero oye, se va intentando, que ya es algo.
2 comentarios:
Robin, pobrecillo.. ya tocaba que tuviera la oportunidad de limpiar su imagen, que desde luego algunos guionistas y dibujantes se han cebado con él de muy mala manera xD.
En cuanto a las entradas... Una por mes, vais bien, vais bien (os voy a dar de palos....) xDDDD.
Me alegra verte retomar el blog. Loeb aquí seguía pareciendo un buen guionista y un dialoguista entretenido.
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