Día 3:
El día se presenta largo. Todavía con Dexter en la cabeza nos duchamos, vestimos y desayunamos en otro bar de la zona (en España otra cosa no, pero bares hay a patadas). Y de ahí, atención…caminando hasta la Sagrada Familia. Una vez hemos perdido la noción del tiempo y la sensibilidad de cintura para abajo, llegamos y…pues sí quitas los andamios y eso, muy muy bonita, una obra monstruosa. Cola mediante entramos, para ver que dentro la cosa anda todavía muy verde. Esquivando gente y obreros llegamos a un sitio donde sentarse y lo disfrutamos como nunca nadie ha disfrutado un asiento. Mandamos un smsecreto a Carolina (sí, sabemos su número, pero no os lo vamos a dar. Ah, y ella sabe el nuestro, pero no la torturéis, porque no os lo dará. Si la sobornáis sí, pero torturándola no), nos sacamos unas fotos y vamos al museo de la Sagrada Familia, muy interesante para conocer todo lo que significa la mastodóntica construcción y lo importante que es Gaudí para Barcelona, y viceversa. Pelín largo, pero instructivo. Salimos y encontramos un maravilloso lugar donde comer comida casera, mientras oímos a Homer sentenciar que “las mujeres no hacen el amor con Max Power, se abrochan el cinturón de seguridad y gozan”. Después del reposo del guerrero, Entigirl se retrata con un Aston Martin y vamos a la Pedrera. Maravillosamente orgánica, de formas serpenteantes, reptiloides, sinuosas, parece más una construcción de la naturaleza que del hombre. Compramos algún recuerdo en la tienda y tiramos por Gracia, vemos tiendas, la casa Batlló (mu bonica too) y atravesamos el barrio chino para llegar al Arco del Triunfo, zona friki por excelencia. Allí oímos rumores acerca de un maravilloso trailer de Watchmen, compramos muchas cosillas, y dejamos más que nos gustaría llevarnos, pero el presupuesto es limitado, y sólo es el tercer día. Al final del viaje haremos recuento de las nuevas posesiones, pero de momento a la Entidad Femenina se le sigue escapando el 11 de Runaways, nº maldito, el único que le falta de toda la colección hasta el momento. Tomamos algo para recuperarnos y los entipadres no se ven capaces de volver usando las piernas, así que pillamos un taxi, que al ser 4 nos sale más rentable que coger el metro (además de cierta aversión a este transporte que sienten algunos). Descansamos un ratillo en los aposentos, hacemos recuento monetario y salimos a cenar, donde nos atiende un chino muy simpático que no se entera de nada y nos trae la mitad de lo que pedimos. Comemos lo que nos sirve y salimos por la puerta. Los golosos de la familia se piden un helado en la heladería de enfrente, mientras descubrimos un curioso (sinónimo de caro) cine, donde proyectan una película que en la Entisede se nos había escapado. Ya caerá, ya. Volvemos al hotel y nos derretimos sobre la cama, pensando que al menos, en teoría el día 4 será más descansado. En teoría.
Al fin conseguimos dormir un poquito mejor, volvemos a ver los Baby Looney Toones (el Pato Lucas, ese gran personaje), breakfasteamos y taxi hasta el celebérrimo Parc Güell. Durante el trayecto disfrutamos de una preciosa banda sonora a cargo del taxista, con joyas de Julio Iglesias, Ana Belén, y otras canciones del año en el que Mambrú se fue a la guerra, con especial mención a “Cantinero de Cuba”, ya que fue cantada de manera muy sentida por el señor conductor, quien nos deleitó empleando su aterciopelada voz en alguna otra gran cancíón de la historia de la humanidad. Y nosotros mientras intentando evitar un incómodo descojone. Llegamos a un sorprendentemente no atestado Parc Güell, y lo recorremos de izquierda a derecha. Disfrutamos de nuevo con la retorcida visión arquitectónica de Gaudí, salida de un aterrador cuento de duendes y hadas, con columnas inclinadas, galerías de piedra y preciosas y sibilinas zonas recubiertas de mosaicos. La visión desde las tres cruces es no apta para quienes no soporten las alturas, pero maravillosa para quienes quieran ver realmente Barcelona. Acompañados por la música de escondidos y aislados artistas, terminamos de ver el parque, impresionados por lo fantástico e irreal del lugar. Volvemos a la zona centro, a reventar de turistas, y volvemos también al italiano del primer día. Nos toca comer con tres escandalosos en la mesa de al lado, de esas personas que tienen el poder de hablar gritando sin que se les caiga la comida de la boca. Nos atiende, para variar, un chico extranjero, la mar de atento, al que bautizamos desde entonces como nuestro querido “Frankfurt”, sin saber de donde narices era, pero su nuevo nombre le va como anillo al dedo. Ajustamos cuentas con la tarta de chocolate del primer día, y nos despedimos para siempre de nuestro Frankfurt, pensando qué le deparará la vida. Apenados vamos al hotel, a practicar un largo rato el deporte nacional. Nos despertamos algo tarde, pero muy descansados, con horas de sueño recuperadas. Damos una pequeña vuelta y vamos al cine, a ver esa peli que se nos había escapado en nuestros terrenos: “Antes de que el diablo sepa que has muerto”, última película del legendario realizador Sydney Lumet, con más de 90 primaveras a sus espaldas. 7 euros que duelen, pero que no podían haber sido mejor invertidos. Protagonizada por Ethan Hawke, Philip Seymour Hoffman, Albert Finney (los tres realizando un trabajo sencillamente perfecto, inconcebible que no hayan recibido ni un mísero premio por este trabajo) y Marisa Tomei (quien sale más desnuda que vestida), el film es el retrato de una familia atormentada, aunque intenta no aparentarlo; de cómo la vida cambia en un segundo, y siempre de la manera y en el momento más inesperado; de cómo a algunos les sonríe la suerte y son infelices, mientras que otros viven malditos, pero intentan salir adelante como sea. Un guión justificadamente desordenado, el espléndido ritmo que Lumet le da a la cinta y el trabajo actoral hacen que esta película de nombre irlandés sea de lo mejorcito de este 2008 (junto a Sweeney, Expiación, Pozos de Ambición y Lars. Y a la espera de Wall E y The Dark Knight, que parecen no llegar nunca). Extenuados por la tensión de la peli, vamos al hotel a dormir como benditos.
Mañana, última pieza...¿adivináis cuál es?
PD: Dibujo de UltimateY hecho público...y le gusta, parece :D
3 comentarios:
Primeee!
Y nada puedo decir, ya que ya lo sabeis xDDD.
En cuanto al número de teléfono.. uhmmm.. podría vender la exclusiva y así me saco un dinerillo extra xDDDDD.
Carol: conocemos personas que pagarían MUCHO dinero por nuestro teléfono...pero como tú no eres materialista y no le das importancia al vil metal, mantendrás el secreto, xD
madre mia lo que da de si un viaje a Barcelona, pero menos mal que empezábais el dia con los Looney Toones que dan energía más que 20 plátanos jaaja ;)
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