Dos son los films de los que compiten esta edición por la estatuilla dorada que tratan a fondo temas políticos. Ambos comparten muchas virtudes, muchas semejanzas …y quizás algún que otro defecto.
“El Desafío: Frost contra Nixon” es una película que, a primera vista, parecía una de esas típicas intentonas del siempre efectista RON HOWARD! de conseguir un nuevo Oscar (como ya hiciera con “Una Mente Maravillosa”, e intentara de manera sutilísima con “ Cinderella Man” o “Apolo 13”), cosa que suele hacer cada cierto tiempo. Sin embargo, en esta ocasión, el realizador, bien por tratarse de una respetada obra teatral, o bien porque el tema le importa más de lo habitual, se muestra más comedido de lo habitual, menos efectista y más sobrio. Gran parte de la culpa la tiene un guión rico en matices, basado en la obra teatral “Frost/Nixon” de Peter Morgan, quien también se ha encargado de adaptarlo a la gran pantalla. Morgan, al igual que ya hiciera con otras personalidades importantes y polémicas de la vida pública en “La Reina” de Stephen Frears, o “El último Rey de Escocia” de Kevin McDonald, dota a un individuo tan fácilmente caricaturizable y abominable como Richard Nixon de tridimensionalidad, humanizándolo para la ocasión y huyendo de los manidos clichés en los que sí caía, por ejemplo, el “W” de Oliver Stone (otro al que lo de la sutilidad le suena de oídas).
Pero un buen guión puede quedarse en nada si los intérpretes que lo recitan no son los adecuados. En esta ocasión, el realizador de “Desapariciones” ha sido inteligente y se ha rodeado de los actores adecuados. En concreto, la pareja protagonista, unos excelentes Michael Sheen y Frank Langella, que recitan sus textos de manera natural, dando lugar así a uno de los mejores duelos interpretativos de los últimos tiempos. No en vano son los mismos que dieron vida a estos personajes en la obra teatral de Morgan, por lo que ambos le tienen más que tomada la medida a David Frost y Richard Nixon. Los dos construyen unos personajes complejos, que se parecen entre sí más de lo que les gustaría. Frost es un showman, más preocupado por llegar a ser una celebridad que por ser periodista. La verdad, la objetividad y la información la cambia por sensacionalismo y audiencias. Como él dice, “la fama en EEUU es totalmente diferente a cualquier otra”, una frase que describe perfectamente las motivaciones que lo conducen a entrevistar al más buscado del momento. Richard Nixon mientras se esconde en su cueva, convencido de su buen hacer al frente del país, y sin motivo alguno que le haga volver a la vida pública, algo que repudia y evita a toda costa. Dos personalidades tan opuestas, pero a las que el guión de Morgan dota de humanidad, centrándose en los factores que los acercan y los separan entre sí. Michael Sheen se permite la licencia de desmelenarse lo justo, de forma muy inteligente, sin caer en histrionismos pero reflejando a la perfección el carácter onanista de Frost. Langella realiza una interpretación irreprochable de Nixon, evitando demonizarlo en cada momento, por muy abominable que sea lo que diga su personaje. Sin caer en el calco o la imitación, Langella nos hace creer sin ninguna duda que verdaderamente es Richard Nixon el que vemos en pantalla. A todo esto se suma un interesante reparto de secundarios, con Sam Rockwell, Mathew McFaden, Rebecca Hall o un siempre genial Kevin Bacon, que aquí hace lo que mejor le sale: estar constantemente cabreado.
La principal tara que presenta “El Desafío”, que hace que no llegue a las cotas de obra maestra o excelencia que persigue, es su tendencia al subrayado. Howard intenta darle al film un tono de “falso documental” que, si bien al principio viene bien a la hora de presentar a los “contendientes”, a medida que las entrevistas se desarrollan esto se hace cada vez más innecesario, y no deja nada a la interpretación del espectador, sino que más bien le intenta dejar bien claro qué ha pasado, quién ha ganado y por qué, cuando todo esto ya ha quedado más que claro.
Una de las mejores cintas de Ron Howard, con un gran reparto e inteligente guión, que trata un tema árido de manera entretenida y con gran visión de espectáculo. No pasará a la historia del cine por su calidad o sobriedad, pero no es dinero malgastado, ni mucho menos.
Como tampoco lo es el último trabajo del experimental y polifacético Gus Van Sant, quien vuelve, después de sus premiados “falsos documentales” sobre la juventud americana, al mainstream hollywoodiense, aunque esforzándose al máximo para que no se note. “Mi Nombre es Harvey Milk” es un proyecto que ha tardado en salir adelante, debido a que parte de uno de esos guiones excelentes que deambulan durante años por los estudios de Hollywood hasta que alguien se decide llevarlo a cabo. Después de que el propio Van Sant se implicara en el proyecto tiempo ha, para terminar por abandonarlo, y de que el siempre prometedor Bryan Singer también se interesara por él sin llegar a plasmarlo, el guión, inspirado en el oscarizado documental “The Times of Harvey Milk” y escrito por uno de los responsables de la serie “Big Love”, recayó de nuevo en manos del director de “El Indomable Will Hunting”, y en esta ocasión sería de manera definitiva.
Gus Van Sant nos cuenta, dando saltos continuos en el tiempo y mezclando realidad y ficción (un logro especialmente destacado es la inclusión de imágenes de archivo, algo que no chirría en el conjunto y lo dota de mayor verosimilitud), la historia de Harvey Milk, la primera persona abiertamente homosexual que ocupó un cargo público en Estados Unidos, centrándose en sus amistades, su ambiente, sus relaciones y su adorada Calle Castro, centro neurálgico de su carrera política.
“Milk” es uno de esos films que depende en gran medida de su actor protagonista, y en este caso es éste el que prácticamente se devora la película. Una vez vista, es imposible imaginarse otro Harvey Milk que no sea Sean Penn. El premiado intérprete de Mystic River nos regala un personaje entrañable, carismático, que se echa de menos los minutos que no sale en pantalla. Penn se convierte en el epicentro del film y en la mayor virtud del mismo, logrando una de sus más logradas interpretaciones y consolidándose como el mejor y más versátil actor de su generación, por si alguien albergaba todavía alguna duda. El resto del reparto no baja el nivel ni mucho menos, destacando sobre el resto Emil Hirsch, Alison Pill, Josh Brolin (cuyo personaje no está todo lo suficientemente explotado que merece, quedando muy desdibujado en el resultado final, por más que Brolin se esfuerce) o el gran descubrimiento de la película: un espectacular James Franco, que, sin alardes ni excesos, se convierte en el secundario más interesante del plantel, creando expectación cada vez que sale en pantalla sólo por puro carisma. Quizás el punto flaco del reparto sea Diego Luna, que cae en todos los clichés e histrionismos que intenta evitar el resto del reparto, por más que su histérico personaje se preste a ello.
“Mi Nombre es Harvey Milk” resulta ser un más que recomendable biopic político, con un inconmensurable protagonista, al que el guión ensalza a veces más de lo normal, convirtiéndolo en poco menos que un salvador, cuando realmente era una simple persona que luchaba por sus derechos y por lo que creía justo. Un film sobresaliente y más que recomendable, que merece estar el la pelea de los Oscars, aunque se sepa de antemano que no será premiado (salvo sorpresa mayúscula) en ninguna categoría. ¿Los motivos? Mejor preguntarle a Ang Lee sobre “Crash”, ahí encontraréis la respuesta.
4 comentarios:
¡Los Skrulls hemos aparcado en la Entisede!
Bwahahahahahahahhahhaaaaa....
Estoy seguro de que F-de sería incapaz de ver "Mi nombre es Earl...digoooo...Harvey Milk".
La de Nixon aún no la he visto, pero promete. La de Harvey Milk me gustó más de lo que esperaba!.
La verdad es que este año hay nivelazo en los Oscar... Ya era hora!!.
ya veremos que pasa... de momento los Oscar empiezan bien: presentados por Hugh Jackman.
Y eso es signo inequívoco de que no puede ser malo.
XDDDDDD
Thorskrull: Hemos dejado aparcar a los de tu raza porque nos dan penica. Es que, viendo como va a terminar la Invasión ...
Osukaru: pues sip, la verdad que este año hay nivelazo, tanto por films como por interpretaciones. Está la cosa muy muy apretada. Y los Oscars también.
DP: Bueh, pues cuando lo veas bailar, la baba va a escacharrarte el teclado. Eso sí, que no te vea Gerry.
Gracias a tutti! Seguimos oscarizando.
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