domingo, 26 de octubre de 2008

Diálogos Ilógicos, Lógicamente: Edición victoriana

En la edición de hoy os traemos los diálogos de la novelista inglesa que parece molar cada vez más a los cineastas para esas bonicas adaptaciones en la campiña inglesa, llenas de gente astuta y perspicaz cuyo principal objetivo en la vida es parecer más rico que el vecino. Alcahuetes,que se diría hoy en día. Y de esos están repletas las obras de Jane Austen. Que, sin embargo, presentan en ocasiones también unos diálogos tan enrevesados que hacen que muchos acudan a la wikipedia (o al wikidiccionario, según sea el caso) como alma que lleva el diablo para saber qué demonios están diciéndose los personajes. Todo para descubrir que en la mayoría de los casos estos diálogos se podrían resumir en una frasecita de ná. Pero supongo que es ahí donde recae el encanto de estas novelas: cómo decir a alguien que odias (o que amas) cuánto le odias (o le amas) y que parezca que en verdad le amas (o le odias). Después de esta bonita reflexión, solo digna de una sección como ésta, os dejamos con algunas perlitas de esta retórica que tanto gusta en tierras anglosajonas, algo normal teniendo en cuenta que con ese frío pocas cosas se pueden hacer aparte de complicarse la vida de esta manera:

-Sr. Bingley : (...) Nunca he oído de una joven dama que no tenga habilidades.
-Sr. Darcy : Yo opino que eso es generalizar. De todas las mujeres que conozco no hay más de media docena que de verdad sean instruidas...
-Elizabeth Bennett : ¡Dios mío! su nivel de exigencia debe ser muy alto
-Sr. Darcy: Lo es
-Srta. Bingley : Por supuesto. Debe tener amplios conocimientos de música, canto, dibujo (...)
-Sr. Darcy: (...) y desde luego enriquecer su mente con la lectura.
-Elizabeth Bennett: No me sorprende que sólo conozca a seis mujeres instruidas. Me pregunto si conoce alguna...
-Sr. Darcy: ¿Tan severa es usted con las de su sexo?
-Elizabeth Bennett: No existe una mujer así... sin duda los hombres se asustarían al verla (sonrisa maliciosa)



Mr. Darcy: Elizabeth, ¡Y tal es la opinión de usted sobre mi! ¡Ésta es la estimación en que usted me tiene! Le doy gracias por haberme manifestado todo eso con semejante amplitud. ¡Según estos cálculos mis faltas han sido grandes! Pero quizá esas faltas se habrían pasado por alto si su orgullo no se hubiera ofendido con mi honrada confesión de los escrúpulos que durante largo tiempo me impidieron tomar una resolución. Habría evitado tan amargas acusaciones si yo, con gran política, hubiera ocultado mis luchas , lisonjeándola con la idea de que me había visto impedido a este paso por inclinación y sin reservas por mi dictamen,por mi reflexión, por todo. Mas aborrezco el disimulo de toda especie. Me avergüenzo de los sentimientos expresados; eran naturales y legítimos. ¿Podía usted esperar que me agradara la inferioridad de sus relaciones, que me regocijase con la esperanza de parentesco cuya condición esta tan a las claras inferior a las mías?


-Señor Darcy: En vano he luchado. No quiero hacerlo más. Mis sentimientos no pueden contenerse. Permítame usted que le manifieste cuan ardientemente la admiro y la amo.

-Elizabeth: En casos como este creo que es costumbre establecida manifestar agradecimiento por los sentimientos expresados, aún habiendo de devolverlos con desigualdad. Natural es ese agradecimiento y si pudiera yo expresar gratitud, le daría a usted las gracias. Pero no puedo; nunca he ansiado la buena opinión de usted, y usted lo ha reconocido sin querer. Siento haber ocasionado penas a alguien; más ha sido inconsciente de todo punto, y espero que sea de escasa duración.los sentimientos que según usted han retrasado durante largo tiempo mi conocimiento de sus intenciones no será difícil que venzan esas penas tras estas manifestaciones que le hago.

-Señor Darcy: ¿y esta es toda la contestación que he de tener el honor de esperar? Quizás pudiera desear que se me informarse porque con tan escasa prueba de cortesía soy rechazado así.



-La mejor forma de desilusionarle es no preguntarle.


-Los hombres están invadidos por la arrogancia o la estupidez, y si son afables es muy fácil manejarles porque no tienen un criterio propio.



Orgullo y Prejuicio, Jane Austen



Y ahora unas lindezas propias de la autora de tales diálogos:

Jane Austen:
No quiero que la gente sea agradable, así me ahorra el problema de cogerles cariño.
Aunque no en principio, en la práctica, he sido un ser egoísta toda mi vida.

Si empleo tantas horas en convencerme que tengo razón, ¿no será que existe alguna razón por la que temer que estoy equivocada?

Jane Austen (belleza victoriana que dirían algunos...)

2 comentarios:

Dark Phoenix dijo...

La verdad es que, hasta ahora, no había leído nunca ninguna línea de Jane Austen, tan sólo he visto la peli de Sentido y Sensibilidad... y aún así, sólo de verlo me dan dolor de cabeza estos diálogos!!
Yo soy más de sencillez, normal y corriente!!

Getzsemane Ament dijo...

Argh
Arghhhhh
me habeis dado donde más me dueleeeeee...

Que aquí para Dama Victoriana... yo... que soy Miss y tengo título eh?? (Y una sociedad que me avala a mis espaldas)

Los diálogos entre Darcy y Lizz Bennet son de lo mejor de la literatura inglesa del XIX a mi parecer... Esas puyas... esos cuchillos que se lanzan... esos desafectos... para luego darse cuenta de que debajo de toda esa mala leche mutua no hay si no un aprecio y un reconocimiento de un igual... Flop flop flop... me pongo más tierna que ni se...

Claro que, y ahora me odiais, no todo el mundo puede apreciar lo que se dice entre lineas de esas novelas, por que en general, la gente no se entera de lo que lee, como para enterarse de lo que subyace en el fondo... En fin serafín, mejor así que no encontrarse a las marujas de Ana Rosa Quintana hablando sobre la importancia del cambio de Emma, y de como es un ejemplo unipersonal de la revolución de género que propició que las mujeres de hoy en día estemos donde estamos...
Ea.

Y en cuanto al memé ese... no hace falta que lo sigais, como la norma era que pasados tres días sin respuesta había que enviarlo a otra persona, se lo mandé a Conner Kent.
Sorry, yo no caí en que estaríais super liados...

Otra vez será.